jueves, 30 de junio de 2011

"LARGO CAMINO DE VUELTA" de Antonio Medina Guevara

   Nueva novela "Largo camino de vuelta"


Título original: Largo camino de vuelta
Primera edición: Junio, 2011
© Antonio Medina Guevara
© MEH - Miami, FL (USA)
© Sobre la portada: AMG
Printed in USA / Impreso en USA
Lexington, KY
ISBN: 978-1-4477-3266-2
Después del éxito de "No matéis al gorrión", en "Largo camino de vuelta", el autor nos narra una historia que refleja la dura vida de "ida y vuelta" en un tiempo de emigrantes, y nos describe con su habitual forma sencilla, pero a la vez llena de sensibilidad, que la amistad es eterna.
 
La novela relata la vida de un muchacho que, al morir su padre y retornar a su pueblo, encuentra en Juan al amigo que le recuerda su infancia, le redescubre los lugares que tanto añoraba y le habla de los tiempos pasados..., acabando los dos, pese a su gran diferencia de edad, en amigos inseparables...
 
Una historia llena de sensibilidad, en la que el autor, vuelve al relato rural en el que tan bien se desenvuelve.
 
Sobre el autor:
Su primera publicación fue tardía; la primera novela “No matéis al gorrión” se publicó a principios del 2.010 y fue todo un éxito, repitiendo edición al agotarse. Después vendría "Una mujer llamada Muerte” que se publicó primero en los Estados Unidos a principios de 2.011 y que poco después salió al mercado en España.
 
Otros títulos:
"No matéis al gorrión" (Madrid, 2.010)
"Una mujer llamada Muerte" (USA y Barcelona, 2.011)

Un fragmento del libro:

...Cruzó sus manos y me miró de reojo. Yo disimulé, hice que no lo veía. Con sus ojos brillando a la noche me dijo lo que me apreciaba, los buenos y los malos ratos pasados juntos, hasta que la mirada se le tornó niebla y miró para otro lado.
Yo hice lo mismo.
Cerramos los ojos y abrimos los sentidos.
Quedamos los dos uniendo generaciones de amistad que venían desde antes de conocernos. Él me hablaba de cosas de mi padre mientras yo me las imaginaba como si fueran vivencias recientes, frescas y resplandecientes, tal y como salían de sus labios.
Era un gozo escucharlo.
Se estaba tan bien, que fui a buscar una manta para apurar el tiempo. Volví de inmediato y nos arropamos; la brisa empezaba a morder la piel y se agradecía. Quedé mirándolo al trasluz y observé como a su vez miraba la luna, creo que pensó que era suya; era la luna de siempre, pero estaba tan cerca, que parecía que le daba las alas que le habían quitado los años; vi como viajaban los recuerdos en sus ojos; aquellos ojos que tenían encerrados los cabrones de sus hijos en el almacén de ojos viejos…

Se pueden solicitar ejemplares aquí.

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